Para Ayi, Candy y el Bebe
Abandoné las sombras,
las espesas paredes,
los ruidos familiares,
la amistad de los libros,
el tabaco, las plumas,
los secos cielorrasos;
para salir volando,desesperadamente.
Al verlas acercándose esta tarde:Qué emoción y no es tontería. Me precio de haber compartido con Ayi, Candy el Bebe.
En Miami continuamos la historia que comenzé en Santo Domingo.
Esa media isla me devuelve todos los días de mi vida cientos de razones para amarla.
Es otra manera de darle gracias a Dios por juntarnos acá en la tierra.
Ayi y Candy: Me monté en una nube y volé a Santo Domingo, y allí me quedé, rondando como fantasma el malecón, después subí hasta la 27 de febrero y la Nuñez...Me dí un traguito de brugal
free en el Super Nacional, sentí el olor a Chimi, me bebí un jugo de chinola.
Más adelante, sobrevolé bajito la Churchill para despedir a los amantes que se reencuentran en Santiago de los Caballeros.
Cuando desperté estábamos en una cafetería donde no vendían Presidente, con baby Bryan riéndose a carcajadas, gozando de lo lindo con todo lo que no es juguete.
Ya no existía nada,
la nada estaba ausente,
ni oscuridad, ni lumbre,
ni unas manos celestes
ni vida, ni destino,
ni misterio, ni muerte;
pero seguía volando,desesperadamente.